lunes, 29 de febrero de 2016


Veo en la inmensidad inescrutable del silencio, hasta el dia
que tu puerta la dejas abierta, herida en la carne del sueño
y ahi, por ese pedazo de noche y algo de luz
comienza a desdibujarse un canto de luna, lo que de río queda,
magicos rubores de albahaca, las estaciones del jazmin.

                                                                                  Darío Villegas


                   






jueves, 29 de octubre de 2015

Voy a irme junto a la canción
esa que se te empapo en los bordes del mundo sin tiempo
hilare un ramo de voz donde tu boca
en cada remanso
todos los días con alma
estoy aprendiendo a decir solo hoy
a saberte el aliento a enebro
los petalos azucarados
hace rato que el cielo me sorprende de colores nuevos
ahí en los limites de la tarde y una noche por vez
me toco cada región del sendero
y nace una bocanada de jazmín con esa lunavos
entonces me detengo en las pupilas, ahí fuego
hasta desandarme tierra y serme nube
todos los vuelos de cada pájaro
me gusta decirme río
en la hora exacta donde el sol se duerme
para que te me vengas
me atercipeles ronroneos
acompases flujo y reflujo
pinceladas plateadas
acurrucándose sobre mis lineas de agua

                 Dario Villegas


miércoles, 7 de octubre de 2015


Escribo la carta donde me voy
esa declaracion de puentes rotos antes del despertar
un silencio inabarcable
perspectiva adulterada entre dias ciegos
los que fueron, algunos que vendrán
acá en este himnario de papeles oscurecidos
envoltorio de pajaros arrancados
en esta extinción de países redescubiertos adrede
latitudes placiendome
una vez
al rato
y después
ya nunca.
Elijo descalzarme de cuerpo entero
no quedarme lo impropio
juegos de letras que se arrebujan entre palabras
sin dicente, disonancia estéril
altares de lo inconcluso
reviso pausadamente cada bitácora
lo extenso del tiempo en tiempo
madriguera abandonada
espejo irascible donde escribí ayer
cada vez ayer en otros relojes
entre comisuras de cuadrantes sin estrellas
dios no existe, dios ha muerto
lo reescribí en cada huella huérfana
sembrada en los laberintos sin despues
un dolor inobjetable, donde nada se guarda
hasta el olvido se pierde.
                                         Dario Villegas 

                         

         

miércoles, 23 de septiembre de 2015



No te deseo mejor, ni bueno
quiero ahora...
que no mueras jamas
que en tu carne se seque la vida
durante todos los segundos malditos
en estos relojes históricos
donde la infamia de cada vida dilapidada
se armo ese futuro
porvenir incongruente
le pido a los días que son y los que serán
que cada cuerpo que ahogas
que cada plato que vácias
esa madre que haces sangrar
donde nuestros hijos sangran
te sean amontonados en tu desalma
que cada amanecer el pan se pudra en tu no mesa
toda voz te sea negada
la mirada miserable, sea tu ver sobre el tiempo y los mundos
cuando llegue la vigilia te sorprenda retorcido en tu miseria
que cada vez nazcas en las manos de la guerra
en ese bombardeo que paris sobre la tierra
toda bala se entere en tus entrañas
en tu boca un río y toda agua se envenene
que sea nuca sol y jamas lunas
regandose en tus noches cada noche.
                             Darío Villegas 

                    



Se que hay días en que se me abre un pozo sin voces buenas
justo en ese costado, lugar de soles, a veces río
los gritos de una noche se enjambran en todos
y cada muerte prolifera su descendencia de peste
los que no ven, no entienden un cuerpo abierto
hollan cantos, sacralidad de bocas
envenenan remanosos
lo sagrado por la sed verdadera
se derrama, corre sin piedad
se atraganta de dioses con hombres santos
al amanecer amasan su golem
ocultan sus luces tras los cristales
en cada mundo sin rostro
en esa hora maldita
a todos los pajaros se les muere el vuelo
se entierran una silencio de piedra
durante cada vigilia sin luna
olvidan el retoño del jazmín
regresan a tiempos lejanos
donde en las palmas manos
florecen vientos de cambio
en esa tierra de las mil danzas
el día se abre
hasta parir libertad verdadera.

             Darío Villegas 
 imagen: castillo del olvido
                      

lunes, 21 de septiembre de 2015




Vuelo ahí en la tarde amacandose en tus ojitos
dibujándole juegos de mazapan y luna temprana
ahí me quedo, elijo tus alas
para no decirme el mundo
las garras del tiempo ciego.
Encharcarme en cada color para el viaje
vestirme hasta florecer una tarde
esta donde todo ilumina
es tan fácil arrancarse en este ahora
los gritos de cada clepsidra
esos mantos de fuego negro que sembró la peste
donde cada juego se quedo ciego, porqué si
es domingo
como cada domingo
no tienen cruz
ni dios
ninguno
solo ese ángel tuyo
los pasitos sobre el aire
ese conocimiento silencioso
que nos prohibió el hombre
junto con las canciones libres
cada día diciendo hoy sera mañana.
En este ahora, donde la pelota rueda
donde un tobogán libera
hombres cansados
vidas a medias y medias vidas
te robas las sonrisas
esas que se llevaron los dueños de todo
las recuperas una a una
me las renaces en los labios del alma
y seguís sembrando la tarde
con tus pajaritos de tiempo nuevo.

                    Darío Villegas

                         




Vení en este rato que le queda a la noche sin fondo

llega así, dibujandote cada buen gesto


plegaria guacha, ritualidad inespinada


donde nadie se asfixie de cruz ajena


amputame la muerte que me dejo crecer cada vez


por que en alguna esquina sin ángel


derrape, obnubilado por la jeta de algún dueño


se me escapo un camino donde todos


no se que amanece, al fondo del cielo


robame la muerte ajena crepitandome en el lomo


estigmas de buen santo


encharcandose en el urinario de los dioses


recordame como es blasfemar con buen gusto


limpiarme el culo con esas banderas que separan


rompen en pedazos el porvenir de libertarios


vamos al camino de agua


ese río tan marron


lugar de dejarse el alma puesta


ese inconmensurable charco


donde los que se cansaron del acá y ahora


abrieron la ventana de mirar sin futuros 


y aun están cada vez en un hoy continuado


sentados en la orilla del mundo


donde los relojes se quedaron mudos.


             Darío Villegas